viernes, enero 18, 2008

Una serpiente de alma vieja


Hace un poco más de un año que cada vez que me preguntan la edad, se me pega la lengua a la cara posterior de las paletas como para decir "treinta" con total seguridad, pleno convencimiento y supremo goce. Tardo unos segundos, y mirando un poco para arriba, otro poco fuera de foco a la persona que pregunta, me obligo a decir "veintiocho" - o "veintinueve", según lo indique el calendario gregoriano - , empezando por hundir ambos labios como cuando decís algo que no deberías.
Igual este músculo loco se sale con la suya y termino diciendo "treinta" en la frase siguiente. Digo alguna vanalidad que le entra por una oreja y le sale por la otra al que esté escuchando. Algo como "cumplo treinta en enero", información innecesaria si las hay, en ese instante.
Sé que soy un alma vieja, estuve en este mundo u otros por mucho más tiempo que el que acusan los relojes y mi propia lengua. Me lo contó Paula: mi alma tiene seis mil y tantos años. Será por eso que para el horóscopo chino vine serpiente, dicen que es tu última encarnación. Si es mi última encarnación es maravillosa, soy muy feliz aunque siempre diga que nací en la época errada.
Acaso mi espíritu esté entendiendo que en esta encarnación, en esta fecha, estoy recién llegando a los treinta y por eso hoy me pasó algo raro. Estoy a exactamente una semana de poder empezar a decir "treinta" sin que me acusen de falsear mi identidad. Me preguntaron cuántos años tengo, dije "veintinueve" sin dudarlo y sin inesperadas contorsiones linguales. Quizás tendría que empezar a decir "seis mil y tantos" para prolongarme en una interminable conversación explicando de qué se trata y así respetar esta esencia milenaria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amiguita... a una semana de cumplir los 30 me pasa exactamente lo mismo. Hoy más que nunca tengo 29!!! Que lindo volver a leerte! Besos.

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