sábado, septiembre 30, 2006

AlexOtanil...


... o peor, iba a terminar si no renunciaba a mi último laburo. Resultó que fui cuasi víctima del acoso psicológico laboral. Todo lo que parecía maravilloso quedó en promesas y nunca pasó nada de lo hablado en las 2 entrevistas y además empecé a notar comportamientos extraños. Bah, extraños para mí y para varias personas que me han escuchado quejarme al respecto, pero no para ellos. Siempre estaba todo en la nebulina, como diría el difunto Monzón. Las cosas que quedaban claras eran muy pocas y nunca había tiempo de preguntar nada, cuando lo había, la respuesta era rara, como encendida. O más bien apagadísima, porque no me servía ni para sonarme la nariz. Entonces claro, al rato -o cuando fuera que se esperaba la resolución del tema-, mi jefa enloquecía y me regañaba porque el resultado no era el que esperaba. Chan! Cómo iba a ser, si yo estaba haciendo las cosas a tientas???? Bueno, en fin. Gracias a Grok, renuncié y me salvé de seguir siendo peligrosamente psicopateada (sí, de recibir patadas en mi psiquis) por esta gente tan especial, los Twidledee y Twidledum del acoso psicológico. Lo de Twidledee y Twidledum es por decir algo más o menos gracioso, estaban especializados en decirte una una cosa y el otro lo contrario.
En realidad, no era yo sola la que notaba la nebulina comunicacional reinante, más gente de ahí adentro lo hacía pero seguía como si nada. Se ve que la que tenía que laburar todo el día con los "mellizos" maléficos era yo y la que más sufría sus embates. Entre sus actividades mellantes de la salud mental ajena o mobbing, encontré varias de las características que figuran en el link, como por ejemplo: interrumpirme constantemente al hablar, rechazar siempre mis propuestas, no contestarme preguntas verbales o escritas, hacerme responsable de errores ajenos (sobre todo cuando eran de ellos, cuak!) y algunas otras. Ojito, ojete, todos a cuidarse del acoso psicológico en el trabajo. Yo no me daba cuenta en el momento, trataba de solucionar el tema y chau, pero la verdad es que eran momentos de alta agresión psicológica y que poco a poco fueron llenándome hasta que decidí que no era para mí. A esto hay que sumarle las irregularidades administrativas, tales como un recibo de sueldo trucho, pichuleo constante -dejar las cuentas vencer, por ejemplo-, y demás huevadas. Y bueno, me fui. Flufly. Sigo sosteniendo que algo mejor llegará, aunque a veces me cuesta seguir sosteniendo...

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